San Ignacio tiene una rica historia ligada a las misiones jesuíticas que se establecieron en la región durante el período colonial.
Fundada en 1610, la reducción jesuítica de San Ignacio Mini fue parte de un esfuerzo de la Compañía de Jesús para convertir y educar a las comunidades indígenas guaraníes. La misión prosperó durante el siglo XVII como un centro religioso, cultural y económico.
Las Ruinas de San Ignacio Mini, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, son vestigios impresionantes de la iglesia y las estructuras que alguna vez formaron parte de esta misión.
Durante el siglo XVIII, las misiones jesuíticas fueron abandonadas debido a conflictos con las autoridades coloniales y ataques de esclavistas.
El legado de San Ignacio Mini se preserva en estas ruinas, que ofrecen una ventana a la vida en las reducciones, destacando la labor de los jesuitas en la región y su influencia en la cultura guaraní. Este sitio histórico es un testimonio tangible de la interacción entre culturas en la América colonial.