La historia de Allen, encaramada en la fértil provincia de Río Negro, Argentina, teje un relato fascinante de crecimiento desde sus raíces hasta convertirse en un bastión agrícola y cultural.
A principios del siglo XX, inmigrantes europeos, principalmente italianos y españoles, se asentaron en esta tierra, sembrando las semillas de lo que hoy es una ciudad vibrante.
El desarrollo de Allen está íntimamente ligado a la expansión de la industria frutícola en la región. A medida que los campos se llenaron de huertos de manzanos y perales, la ciudad se convirtió en un epicentro de producción y comercio de frutas. Este crecimiento económico se reflejó en la consolidación de su identidad como "La Capital Nacional de la Pera".
La riqueza cultural de Allen se manifiesta en sus tradiciones arraigadas, transmitidas de generación en generación. Eventos como la Fiesta Nacional de la Pera rinden homenaje a la labor de los productores y celebran la herencia frutícola que define la ciudad.
A lo largo de las décadas, Allen ha diversificado su perfil económico, manteniendo su esencia agrícola pero incorporando sectores como el comercio y los servicios. Este equilibrio ha contribuido a su resiliencia y atractivo como destino tanto para residentes como para visitantes.
Hoy, al pasear por las calles de Allen, se pueden observar vestigios de su pasado en construcciones centenarias y en la calidez de su gente. La ciudad, con sus raíces profundas y su mirada hacia el futuro, continúa escribiendo su historia, ofreciendo a quienes la visitan una experiencia donde la tradición y el progreso convergen armoniosamente.